Casi un mes después, la noche del 14 de septiembre de 1945, el equipo viajaba con destino a la ciudad de Guadalajara pues en la cuarta jornada disputaría un partido contra el Oro. A pesar de que en el lugar del siniestro no hubo muertos, muchos resultaron con serias quemaduras y otros con heridas causadas por los vidrios de las ventanas cuando saltaron a través de ellas. En medio de la tragedia, el jugador José «Che» Gómez se convirtió en héroe al salvar de una muerte segura a varios de sus compañeros terminando con quemaduras en el cuerpo y la ropa hecha jirones.